2024: Año Fundacional
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¡Hola! ¡Feliz 2024!
Desde DROIT Consultores esperamos que el añ0 haya arrancado de la mejor manera, lleno de proyectos y preparado para lo que viene, que seguro será excelente.
Ezequiel Jimenez por acá apuntándome a agradecerte por suscribirte a Letra Chica y por acompañarnos en esta primera edición del 2024. Como durante el 2023, te vamos a acercar análisis político, datos, perlitas y escenarios para entender que está pasando en la Argentina libertaria, Salta y el mundo. Como seguro ya sabes, nos podes encontrar en todas las redes y valoramos muchisimo tu opinion. ¡Te leemos! > contacto@droit.ar
A ver. ¿Dónde quedamos desde el 10 de Diciembre?
Veamos.
No es novedoso empezar cualquier año después de una elección presidencial con Decretos de Necesidad y Urgencia, leyes ómnibus, sesiones extraordinarias en el Congreso, alevosía en sectores a favor o en contra y un gobierno en construcción emergente. Néstor Kirchner gobernó sus primeros meses a base de DNUs, Cristina Fernández de Kirchner utilizó los parates veraniegos para preparar la agenda parlamentaria, Mauricio Macri y Alberto Fernández lanzaron sus administraciones cada uno con una ley ómnibus.
Pensándolo desde la importancia de construir un mito de gobierno que se sostenga en el tiempo, tiene mucho sentido pretender marcar agenda y dar rumbo de gestión apenas en los días posteriores a la jura. Esto también convierte el apoyo logrado en las urnas en combustible para el motor de la política presidencial por cuatro años. El empuje de la victoria, mientras más dure, mejor para encausar las políticas que permitan lograr cambios reales.
El contexto previo también importa. No es lo mismo administrar en crisis, que en una calma relativa. No es lo mismo afrontar la agenda de gobierno con pagos de deuda despejados que con un acuerdo externo de acreedores caído. Tampoco es lo mismo gobernar desde la experiencia de un mandato previo a la de un novato en todo sentido. Hoy la Argentina del Presidente Javier Milei vive en estas dicotomías de opciones, pero, muy importante, arriesgando el cauce democrático y político que hace 40 años marca el ritmo en el país. Me refiero a lo extraordinario de querer re-fundar el Estado en apenas 30 días de mandato. También me refiero a querer re-fundar la dinámica gubernamental republicana a base de textos inconsultos y pormenorizados por intereses que no estaban en las boletas disponibles para las urnas. El Presidente Milei ha decidido hacer del 2024 su año fundacional desde la convicción y el riesgo innato de una táctica que puede fallar: a todo o nada.
¿Y si no es ni nada ni todo? No hay razones claras para querer restablecer un país que tiene muchísimas luces y varias sombras. Claramente la situación macro-económica y social son un drama que tiene por mejor ejemplo la inflación y la pérdida del salario digno, como también la falta de claridad de rumbo interno y externo. No podemos obviar que el país sufre y los porcentajes de pobreza son un espanto. La realidad nos recuerda que quienes más sufren hoy en el país son las infancias mayoritariamente debajo de la línea de la pobreza. La Argentina no está para medias tintas. Pero, tampoco para destruir la vanguardia del sistema republicano, el diálogo activo y la concertación de consensos mínimos, los mismos consensos que este espacio reclama hace tres años. Esto significa, para Milei, pensar en tres conceptos: priorización, convencimiento estratégico y rendición de cuentas.
OK, ¿entonces?
Ganar una elección presidencial no hace ni rey ni reina al vencedor. No elimina la competencia parlamentaria. No desautoriza el disenso, ni mucho menos la participación ciudadana. Ganar una elección presidencial da una sola cosa: un mandato. El mandato – en base de la visión de país expuesta durante la campaña – da pie a iniciar el proceso de implementación dentro de un sistema democrático de control, disputa de ideas y mayorías que votación a votación refrendan el mandato presidencial en leyes. El mandato no es un cheque en blanco, y es proclive a perderse si lo prometido es nuevamente una deuda. Es más, el mandato popular si es traicionado, las elecciones de medio término suelen ser veredicto suficiente de la ausencia de resultados. Todo esto a modo de marco para preguntar: ¿por qué Milei arriesga su mandato de un solo golpe vía DNU y Ley Ómnibus?
No es posible ni para Milei ni ningún gobernante de este planeta arreglar un país y sus cuestiones varias en tan solo 4 años. No es posible ni terminar con la pobreza en tan poco tiempo, menos aún, pretender ser ningún tipo de potencia. Los problemas de la Argentina no necesitan un mesías ni un rey león, necesitan priorización, planes estratégicos, consensos y resiliencia en la implementación. Necesitan la coordinación máxima, austera, transparente y urgente de todo y cada sector dentro de cada problema.
El DNU y la Ley Ómnibus hacen justamente lo opuesto a lo que normalmente se espera de un gobierno inteligente. En vez de priorizar áreas – por ejemplo el drama inflacionario – que puedan entrelazar varios temas estratégicos en un solo plan de abordaje, el Presidente, y su equipo, deciden abrazar al péndulo constante que violentamente presupone que todo lo anterior fue un error y que la salvación es hacer del Congreso una escribanía. Priorizar es tener conciencia y la técnica de conocer por dónde se ataca un problema. Y si el problema es muy grande, complejo, y en él conviven muchos intereses encontrados, con más razón, inteligentemente se apela a desmembrar uno a la vez.
La Ley Ómnibus tiene más de 600 artículos y toca todo el aparato político, económico, social, productivo, legal y hasta filosófico sobre la función y tareas del Estado. Todo esto dejando mucho que desear en las formas democráticas que rigen en la Constitución Nacional. La Argentina – que reclama más acuerdos y consensos en el tiempo – de vuelta amanece con la incertidumbre de refundación. El Presidente debe priorizar sus ejes de gestión sin caer en la trampa o en la amenaza de que solo su propuesta es la salvación a una peor crisis. Los que votaron el cambio drástico propuesto lo hicieron dentro de un marco que genere mejores condiciones de vida. Empezar un gobierno sin prioridades específicas es un grave error. Querer cambiar todo sin debatir diagnósticos y medidas, es un grave error.
El segundo concepto para el año fundacional de Milei es ser vía de convencimiento estratégico. Me refiero a utilizar la prioridad antes definida como herramienta para crear una metodología de cambio que atraiga, a su vez, más cambio de manera virtuosa. Por ejemplo, si la obsesión del Estado ultra liberal parte desde el supuesto de la ausencia de un déficit fiscal, más importante que una Ley Ómnibus obligando a los jueces a usar toga y peluca, una ley de reforma tributaria tiene muchísimo más sentido. Lejos de generar convencimiento en la población y la política, la confusión se hace presente con un paquete de cambios tan grande que es imposible darle luz verde mediante un consenso deseado. No se puede apoyar lo que no se entiende. El Presidente podría disponer a su equipo la tarea de ser el motor del consenso. Convencer, por tema, explicando los cómos y cuándos de cada propuesta drástica de cambio con la altura que reclama este momento del país.
Por último, el Presidente Milei, debe rendir cuentas. En general se piensa en el acto de rendir cuentas como algo negativo, confrontativo, judicializable. Todo lo contrario: es el acto más importante de cualquier funcionario público. Es explicar si de lo dicho hay algo hecho. Milei prometió en campaña y posee una visión de gobierno que exige resultados ambiciosos dentro de un país con muchísimos problemas. Por eso, rendir cuentas es un acto necesario, tanto para explicar lo hecho como para explicar porque la promesa no puede ser realidad. Es la forma de encauzar democráticamente, dentro de una república, el arte de lo posible por sobre la ambición de lo imposible.
La Argentina solo tolera consensos; consensos de los que duran en el tiempo y los que hacen del país, un gran país, como la educación pública. Milei deberá darse cuenta de que la aritmética del Congreso le permitirá solamente implementar partes o ciertas ideas pregonadas en campaña. Esto debe explicarse como lo que es: un fenómeno totalmente normal dentro de un sistema republicano. Quejarse por faltas de apoyo no sirve de nada. Rendir cuentas explicando como esos apoyos fueron buscados y en que se tuvo que ceder o mejorar para implementar ese cambio drástico deseado, es una fórmula muchísimo mejor, madura y justa para un Presidente novato y sin masa crítica parlamentaria. El Presidente Milei puede hacer del 2024 el año de la rendición de cuentas, trabajando con el Congreso y no a sus espaldas.
¿Y ahora?
Claro, todo esto desde un punto de vista que desea ver cambios que surjan de consensos y menos de despachos a puertas cerradas hacia la ciudadanía. Si el Presidente y su equipo continúan con la dinámica de demonizar al sistema constitucional y democrático, ningún cambio, por más brillante que sea, será posible. El Estado ultra liberal es solo posible desde la libertad, y eso incluye a la libertad de elegir. La Argentina eligió democracia hace 40 años, nada cambiará esa fundación de principios, valores y convicciones.
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¿Más? Hay más
¿Mucha confusión como funciona el tratamiento del DNU en el Congreso? Aca preparamos un explicativo para saber que debería pasar y cuando.
Hay muchos y muy buenos análisis sobre que contiene la enorme Ley Omnibus. esta me gusto mucho por su simplicidad y orden de la info.
¿Buscando una mirada desde afuera a cómo ven estos primeros movimientos del gobierno de Milei? Fijate acá esto de The Guardian del Reino Unido.
Un sentido saludo.